Juchitán.– Las rutas marítima y terrestre del Istmo de Tehuantepec tienen mayores peligros y son más mortales para los migrantes, que los senderos de la selva de El Darién, consideró el activista Luis Rey García Villagrán.
Tan sólo en este año, durante los meses de marzo, abril, junio, julio y agosto, en las carreteras Panamericana 190 y Costera 200 fallecieron 12 migrantes y 11 más murieron ahogados en las lagunas que conectan con el océano Pacifico, tras la volcadura de las lanchas en que viajaban.
En total, suman al menos 23 los migrantes en tránsito que perdieron la vida por intentar cruzar Oaxaca.
Chinos, cubanos, africanos, haitianos y venezolanos han pagado con sus vidas el precio del “sueño americano”, dejando enterradas en tierras istmeñas la ilusión de una mejor vida en el territorio estadounidense.
Pese a esos peligros, de morir atropellados en las carreteras o ahogados en las lagunas que conectan con el Pacífico, tan sólo desde que asumió la presidencia Claudia Sheinbaum Pardo, a la fecha han caminado desde Tapachula a Juchitán siete caravanas, dijo García Villagrán.
De acuerdo con testimonios de los migrantes, la ruta marítima tiene tres puntos de partida iniciando desde el puerto de Ocós, San Marcos, Guatemala, pasando por Puerto Madero, Tapachula y Paredón, Tonalá, Chiapas.
Los migrantes abordan las pequeñas embarcaciones y desde esos lugares se embarcan hacia las pesquerías de Punta Paloma y Rancho Salinas y, de ahí, abordan moto taxis que en media hora los dejan en la cabecera municipal que es San Pedro Tapanatepec.
“No sabemos cuántas lanchas con migrantes llegan a nuestras pesquerías, ni sabemos cuánto cobran los conductores de esas unidades, sólo sabemos que llegan, dejan a las personas y se retiran”, dijo el presidente municipal de Tapanatepec, Humberto Parrazales, entrevistado por este medio.
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